. . . está cerca

"Permanecía quieto, sentado, y sabía que las horas seguían su curso sólo por las gotas de agua que caían de la pared, dividiendo el gran silencio reinante en pequeños momentos que silenciosamente se convertían en día y noche, al igual que una vida hecha de miles de días avanza hacia la madurez y la vejez. Nadie le hablaba y la oscuridad le entumecía la sangre, pero desde su interior brotaban recuerdos multicolores como de un manantial apacible, manaban muy despacio para desembocar en un tranquilo estanque de contemplación, donde se reflejaba toda su vida. Todo lo que había experimentado dividido en pequeños retazos fluía ahora formando un todo, y una claridad límpida, sin oleadas, sostenía una imagen purificada, suspendida sobre su corazón. Jamás habían sido sus sentidos más puros que en aquel momento de contemplación queda de su mundo reflejado.
(...)
Oculto ante sí mismo, cautivo e inmóvil, ignorante de los contornos de su propio cuerpo en la oscuridad, sentía más viva que nunca la fuerza del dios de las mil formas, y a sí mismo adquiriendo una u otra, sin acogerse a ninguna, totalmente libre de la servidumbre de la voluntad, muerto en vida y vivo en la muerte... Todo el miedo a lo fugaz desaparecía en el dulce placer que proporciona la liberación del cuerpo. Con el paso de las horas, le parecía hundirse cada vez más en la oscuridad, en la roca y en la negra raíz de la tierra, y, sin embargo, se sabía portador de un germen nuevo, tal vez un gusano que escarba en la tierra, o una planta que pugna por salir al exterior empujando con su tallo, o tan sólo una roca que reposa, fresca, en la bendita inconsciencia de la existencia."
(Stefan Zweig)

4 comentarios:

Importa mi nombre? dijo...

Me siento bastante identificado.
Gracias

Anónimo dijo...

joer, cómo ha aumentado el caudal de tus escritos... recuerdo cuando apenas hacías dos frases nostálgicas...
se te nota más feliz
beso

MAMI dijo...

Aaaaaaaaaa. esto es directamente proporcional?

ybris dijo...

Me gustaba leer a S. Zweig a hurtadillas cogiendo algún libro suyo de entre los 1os que tenía mi padre en sus estanterías.
Hoy lo recuerdo con añoranza -tantos años ya:
"Todo el miedo a lo fugaz desaparecía en el dulce placer que proporciona la liberación del cuerpo..."
¿Por qué será que hay veces en que la liberación del cuerpo es un placer mientras otras es justo su percepción lo que nos hace disfrutar?

Besos.